Entre los hombres y las bestias: La jerarquía ontológica inexistente en Don Quijote

Michelle Markell, Wesleyan University 

El mundo de Don Quijote de la Mancha se presenta como uno lleno de animales—Rocinante y el rucio de Sancho acompañan a don Quijote y Sancho Panza a lo largo de la novela. Muchas de las aventuras de los protagonistas involucran animales de alguna manera, como los gatos, las cabras, un león, el mono de Ginés de Pasamonte y los burros del pueblo de rebuznadores. A lo largo de Don Quijote, Cervantes hace hincapié en la frontera borrosa entre lo humano y lo animal a través de yuxtaposiciones en la narrativa, secuencias de inversiones de papeles y el desafío de las expectativas respecto de la naturaleza de los animales. Contrapone la animalización de don Quijote con la humanización de las cabras para demostrar la distinción arbitraria entre las bestias y los hombres. Además, cuestiona la línea entre bestia y humano a través de la asociación de la locura con la desnudez, sugiriendo que la ropa pueda funcionar como un disfraz para ocultar la verdad o transformar una bestia en un ser humano. El desarrollo de los tres acontecimientos—el de don Quijote enjaulado, el cabrero que habla a sus cabras, y el juego entre vestido y desnudez en la historia que cuenta el barbero sobre el loco de Sevilla—mezcla lo animal y lo humano (I.48, I.50, II.1). El texto sugiere que la locura pueda transformar a un hombre en bestia y que la ropa pueda trasformar a un loco en cuerdo, borrando la frontera que separa los seres humanos de los animales. También incluye momentos en que los animales demuestran indiferencia a los deseos y las expectativas de los seres humanos, afirmando la posición de ellos como seres independientes y no solamente como elementos del mundo humano. Esta resistencia evoca las observaciones de Jacques Derrida en su “The Animal That Therefore I Am” sobre los animales como seres con una voluntad propia.  Después de desestabilizar la superioridad presumida de los seres humanos respecto a los animales, demuestra las maneras en que los seres humanos pueden ser peores que las bestias—afirmando la inexistencia de una jerarquía ontológica entre los seres humanos y los animales, y evocando las inversiones típicas de lo carnavalesco—la “suspension of all hierarchical precedence”—en los estudios sobre el carnaval por Mikhail Bakhtin (199).

La transportación de don Quijote en una jaula ejemplifica el tratamiento de un loco como si fuera animal, precisamente como el león de la segunda parte: el cura y el barbero insisten en que don Quijote se quede en la jaula mientras van caminando y tienen que dejarlo salir para “hacer las aguas” (I.48.434). Esto sucede justo después de que la monarquía y la Santa Hermandad lo declara como loco y no lo prenden. Inmediatamente después de la confirmación de la locura de don Quijote por unas figuras de autoridad real, el cura y el barbero lo enjaulan de una manera que también refuerza el tratamiento del “loco” como si fuera un animal. El cura y el barbero “hicieron una como jaula de palos enrejados, capaz que pudiese en ella caber holgadamente don Quijote” y así dentro de ella lo llevan (I.46.418). Aunque don Quijote puede expresarse sobre su condición, no puede hacer nada para liberarse porque cree que está encantado. Comenta que se lo llevan “con el [d]espacio que prometen estos perezosos y tardíos animales”, sin darse cuenta que él mismo tiene el papel de uno de esos animales “perezosos y tardíos” (I.47.420). El lenguaje de Quijote aquí enfatiza el hecho de que a los seres humanos les gustan pensar en sí mismos como distintos de los animales pero a la vez que Quijote expresa este sentimiento, los otros lo tratan como animal. Esta contradicción demuestra las distinciones arbitrarias entre animales y seres humanos aún más. La atención que llama Sancho a las necesidades del cuerpo, como lo de “hacer aguas menores y mayores,” también subraya la animalización de don Quijote por su demanda de las acciones primitivas que los seres humanos comparten con las bestias (I.48.434).

Justo después del episodio con don Quijote y la jaula, Cervantes introduce a Eugenio—un cabrero que trata a sus cabras como si fueran seres humanos. El contrapunto entre estos dos momentos claves mezcla lo animal y lo humano, exponiendo lo absurdo de las distinciones entre los dos. Esta inversión completa de la animalización de don Quijote presenta a un hombre que conversa con las bestias “como si fuera[n] capaz de discurso y entendimiento” (I.50.445). Este momento ofrece una distinción a lo que distingue las bestias de los hombres a través de las maneras en que Eugenio reta esta distinción. A una cabra dice: “¡Ah, cerrera, cerrera; Manchada, Manchada, y cómo andáis vos estos días de pie cojo! ¿Qué lobos os espantan, hija? ¿No me diréis qué es esto, hermosa?” y la llama nombres íntimos como “hermosa” y “hija” (I.50.445) Esta personificación y humanización de la cabra subraya la frontera borrosa entre los animales y los humanos porque para Eugenio la cabra es lo mismo que los seres humanos y no merece ningún tratamiento distinto.

En el primer capitulo de la segunda parte, la historia que cuenta el barbero sobre el loco de Sevilla cristaliza algunas asociaciones de los locos como animales y sugiere que la ropa puede funcionar como un disfraz para transformar una bestia en ser humano. Propone la idea de que cuando uno se viste parece cuerdo y cuando uno se desnuda parece loco o animal. Explica que los parientes del licenciado se benefician de su encarcelamiento y “era su mucha hacienda, pues por gozar della sus enemigos ponían dolo y dudaban que de la merced que nuestro Señor le había hecho en volverle de bestia en hombre” (II.1.485). La correlación con ser bestia y ser loco amplifica las semejanzas entre los humanos y los animales. El licenciado se ve como ser humano cuerdo y correcto cuando está vestido con su ropa “nueva y decente” pero en la misma frase dice que “él se vio vestido de cuerdo y desnudo de loco” (II.1.486). Este momento del texto no solamente señala la cualidad transformativa de la ropa sino afirma la falta de distinción entre lo animal y lo humano.

En su discurso llamado, “The Animal That Therefore I Am,” Jacques Derrida reconoce la construcción de la desnudez como algo que diferencia los humanos y las bestias a través de su experiencia de ser desnudo frente a su gatita. Este discurso ilumina la tensión presente en el cuento del loco de Sevilla entre vestido y desnudo. Explora la idea de la desnudez como algo extraño para los animales: “the property unique to animals and what in the final analysis distinguishes them from man, is their being naked without knowing it” (Derrida 114). Declara que la desnudez es solamente una construcción humana—los animales no pueden ser desnudos porque no tienen un concepto de lo que es la desnudez:“it is believed that [nudity] is proper to man, that is to say foreign to animals, naked as they are, or so it is thought, without the slightest inkling of being so” (Derrida 114). La desconstrucción que hace él del concepto de la desnudez demanda una re-evaluación de los animales como seres independientes. Se da cuenta de que su gatita “can look at me. It has a point of view regarding me” (Derrida 11). Demuestra que los animales son seres pensativos e independientes, a pesar de que no tienen vergüenza por ser desnudo porque no tiene la concepción de la desnudez. Reconoce la verdadera independencia de los animales—un hecho que ilumina y contextualiza varios episodios de Don Quijote.

Una vez entendidos los animales como seres independientes y pensativos que no necesariamente cumplen con las expectativas que tenemos por ellos, se desestabiliza la jerarquía ontológica presumida entre los humanos y las bestias. Cervantes también nos presenta con episodios en que los animales son indiferentes a nosotros y no cumplen con las expectativas del comportamiento. El episodio en que don Quijote intenta luchar con el león es un episodio ejemplar en que Cervantes juega con las expectativas del lector en relación al comportamiento del león enjaulado, pues, los otros personajes en el texto consideran un ataque del león como resultado inevitable. Hay mucha anticipación creada por Cervantes antes del encuentro actual, incluyendo palabras de una interjección de Cide Hamete Benengeli. El desarrollo anticlimático describe el león “de grandeza extraordinaria y de espantable y fea catadura”, pero después de la caracterización del león, dice que “lo primero que hizo fue revolverse en la jaula, donde venía echado, y tender la garra y desperezarse todo. Abrió luego la boca y bostezó muy despacio, y con casi dos palmos de lengua que sacó fuera se despolvoreó los ojos y se lavó el rostro” (II.17.587). El desinterés del león no cumple con las expectativas del lector y de los personajes presentes en el episodio—así el león afirma su presencia como ser independiente de los deseos humanos. Al final del episodio, “volvió las espadas y enseñó las traseras partes a don Quijote, y con gran flema y remanso, se volvió a echar en la jaula” (II.17.587). Por más que haya el humor en estas acciones, es la inacción del león que subraya su voluntad propia. Este momento de indiferencia recuerda al discurso sobre la comprensión de una animal como ser con opiniones y pensamientos, cuando Derrida se da cuenta que la gatita lo puede ver y tiene su propio opinión sobre él—esta diferencia que manifiesta como “the point of view of the absolute other” (Derrida 11). El entendimiento del león como ser sentiente desafía las presunciones sobre los animales. Algunos han visto la indiferencia del león como la exposición del maltratamiento de los leones en el aquel tiempo: “este confinamiento marginaliza a los animales, y que su dependencia y aislamiento han condicionado tanto sus reacciones que tratan cualquier suceso que ocurre en su alrededor —o frente a ellos, donde generalmente está el público— como marginal” (Martin 458). Sin embargo, la configuración narrativa que anticipa una reacción fuerte por parte del león sugiere la interpretación del encuentro como enfrentamiento con la otredad del animal como otro ser que no es inferior a los seres humanos.

Después de que haya retado la línea entre bestia y humano y demostrado la agencia de los animales, nos da un episodio en que las jerarquías presumidas son invertidas—finalmente afirmando la inexistencia de una jerarquía ontológica entre los humanos y las bestias. En la segunda parte del texto, don Quijote y Sancho Panza se encuentran con un pueblo en que algunos de los aldeanos han perfeccionado sus habilidades de rebuznar como los burros, precipitando una burla constante de ellos por los pueblos vecinos. A la vuelta del episodio con Maese Pedro y su mono, se dan cuenta que el conflicto ha empeorado, y ahora el pueblo de rebuznadores está en guerra contra los que se burlan de ellos. Don Quijote les da un discurso sobre las razones de entrar en guerra, y les reta para “tomar [las armas] por niñerías y por cosas que antes son de risa y pasatiempo que de afrenta, parece que quien las toma carece de todo razonable discurso” (II.27.665). El hecho de que el “loco” don Quijote está retando a los ciudadanos enfatiza aún más la inversión de la jerarquía, sugiriendo que la relación entre loco y cuerdo también ha cambiado. Sancho también expresa su disgusto por el comportamiento de los pueblos guerreando:  “Cuanto más que ellos se está dicho que es necedad correrse por sólo oír un rebuzno” (II.27.667). Las acciones de los dos pueblos vuelvan a ser peores que las acciones de los mismos animales que imitan—invirtiendo la jerarquía en que los animales siempre son vistos y entendidos como peores que los humanos a través de la presentación de una guerra fundado en razones absurdos.

Hay muchos episodios quijotescos que retan la distinción entre las bestias y los hombres, finalmente cuestionando la validez de la jerarquía ontológica entre los animales y los seres humanos. El juego constante que hace Cervantes en Don Quijote entre los animales y los humanos dialoga con las nociones carnavalescas de Mikhail Bahktin, particularmente con la inversión de las jerarquías en el carnaval—la “temporary liberation from the prevailing truth and from the established order…the suspension of all hierarchical rank, privileges, norms, and prohibitions” (Bakhtin 199). Este trastorno de normas sociales borra distinciones y hace que los lectores cuestionen la presunción que los humanos son inherentemente superiores a las bestias. Los acontecimientos como el encarcelamiento de don Quijote, la introducción a Eugenio que habla a las cabras, el cuento sobre el loco de Sevilla, el encuentro entre el león y don Quijote, y los sucesos de la guerra entre los pueblos rebuznadores funcionan juntos para desestabilizar nociones presumidas sobre los animales. Sugiere que ser loco significa que no puede distinguir entre las bestias y los hombres, y propone cuestionamientos más amplios sobre la manera en que los seres humanos se consideran a sí mismos en relación al mundo animal. Además, inspira preguntas más amplias sobre las jerarquías ontológicas y las divisiones que existen entre los seres humanos—como los de genero y de clase social. 

Works Cited: 

Bakhtin, Mikhail. Pam Morris, editor. “From Rabelais and His World, 1965” in The Bakhtin Reader: Selected Writings of Bakhtin, Medvedev, Voloshinov. London: Edward Arnold, 1994.

Cervantes Saavedra, Miguel de. Tom Lathorp, editor. El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Newark: LinguaText, Ltd., 2013.

Derrida, Jacques. Marie-Louise Mallet, editor. Cristina de Peretti y Cristina Rodríguez Marciel, traductores. El animal que luego estoy si(gui)endo. Madrid: Trotta Editorial, 2008.

Marie-Louise Mallet, editor. David Wills, translator.  The Animal that Therefore I Am (More to Follow). New York: Fordham University Press, 2008.

Martin, Adrienne L. “Zoopoética quijotesca: Cervantes y los Estudios de Animales.” eHumanista/Cervantes. 1. (2012): 448-464.

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