Horacio Castellanos Moya: el cinismo salvadoreño

Matthew Squires, Kennesaw State University           

La literatura posmoderna de Centroamérica trae consigo sentimientos de arrepentimiento hacia la unidad colectiva y el desperdicio de tiempo que la sociedad tuvo al tener la esperanza de que la respuesta a los males sociales estaba en los “proyectos utópicos” de los guerrilleros izquierdistas tanto como los de los políticos derechistas (Cortez 1).  En el caso de El Salvador, sobresale un escritor Horacio Castellanos Moya, quien se acerca a este contexto sociopolítico, utilizando el cinismo como estrategia narrativa para revelar que nada cambió políticamente y culturalmente en la “nueva época” centroamericana de pos-guerra.  Dentro del cinismo de Moya vemos dos temas literarios, el erotismo y la violencia, expresiones de una transición política y cultural de guerra civil a pos-guerra fracasada.  La obra de Moya se integra a lo que llamamos la pos-modernidad, de acuerdo con Jean-François Lyotard en su libro La condición postmoderna Informe sobre el saber, “Designa el estado de la cultura después de las transformaciones que han afectado a las reglas de juego de la ciencia, de la literatura y de las artes a partir del siglo XIX.”por lo tanto vemos personajes fragmentados en un contexto global, nacional y personal a causa  de “la pérdida de fe en los proyectos utópicos” destacados antes y durante de la Guerra Civil de El Salvador (Lyotard 4; Cortez 1). Esta perspectiva posmoderna no contiene optimismo pero muestra la realidad de Centroamérica y los problemas que se enfrenta.  Este ensayo estudiará el cinismo de Castellanos Moya y como utiliza esta perspectiva posmoderna en El AscoInsensatez y El Gran Masturbador.     

La trayectoria de la literatura centroamericana ha visto una transición desde el optimismo de pre-guerra al cinismo de pos-guerra.  Vemos durante la época de pre-guerra civil un optimismo que destaca la necesidad de no enfrentar la realidad centroamericana.    Beatriz Cortez da una visión de la literatura centroamericana de pre-guerra en Estética del cinismo: la ficción centroamericana de posguerra:  

A lo largo de las décadas de lucha social, la producción de ficción…llegó a considerarse como un medio de propagación de un proyecto de alienación cultural debido a que los textos de ficción no contribuían de manera directa a la lucha popular.  Por esta razón, la ficción fue vista con frecuencia como un instrumento para evadir la urgencia de la realidad centroamericana. (“Estética del cinismo” 1)   

Más tarde durante las guerras civiles la literatura centroamericana recibió mucha atención internacional con el movimiento testimonial.  Esta literatura quería mostrar y denunciar las injusticias cometidas por parte de los ejércitos centroamericanos a los grupos marginados, sobre todo rurales (Cortez 1).   

La transición que es más importante para este ensayo es la de la literatura testimonial a la literatura centroamericana actual.  Otra vez Beatriz Cortez presenta esta transición:  

Su enfoque se ha desplazado del estudio de la labor testimonial de una literatura preocupada por la denuncia de la injusticia en el espacio social, particularmente en el área rural, al análisis de la ficción contemporánea y de la forma en que ésta explora la intimidad y la negociación de la subjetividad en el espacio urbano (1).   

Esta transición a la zona urbana incluye directamente a Castellanos Moya con su cinismo hacia la cultura y la política de los países centroamericanos destacando el erotismo y la violencia. Estética del cinismo: la ficción centroamericana de posguerra de nuevo da una observación progresiva de este nuevo tipo de literatura centroamericana, “Al trascender los límites marcados por los proyectos revolucionarios, estos textos de ficción exploran los deseos más oscuros del individuo, sus pasiones, su desencanto causado por la pérdida de los proyectos utópicos que antes dieron sentido a su vida y su interacción con un mundo de violencia y caos” (Cortez 1). 

El relato más representante del cinismo de Castellanos Moya es definitivamente El Asco (1997) y con su publicación llegaron las amenazas de muerte, la fuga del autor, y más tarde el exilio voluntario.  La soledad del exilio seguramente añadió sentimientos de frustración a su obra y ayudó a cultivar la técnica del cinismo en su literatura pos-Asco.  Sin embargo, en sus obras posteriores a ésta, entenderemos a través del análisis de este relato las causas y los resultados de este cinismo.  Es evidente por el título, la obra de Moya sigue la filosofía existencial de Jean Paul Sartre y más aún parece un eco de su obra La Nausea, sin embargo, no es la intención de este ensayo ahondar en esta filosofía.  La intención es analizar la obra en su expresión literaria y política.       

Este relato de menos de setenta páginas el cual se parece más a una noveletta que un cuento, contiene la destrucción completa de la identidad salvadoreña a través de un monólogo con testigo de dos hombres sentados en un bar.  El protagonista se llama Vega y el testigo es el propio Moya, porque su nombre aparece en el relato.  Vega, un ex-ciudadano salvadoreño, autoexiliado, tuvo que volver a su país de origen que le da asco, no por voluntad propia sino a causa de la muerte de su madre.  El ritmo de este relato sin párrafos  es muy rápido, repitiendo la combinación de la siguientes cuatro palabras: «Moya», «me», «dijo», y «Vega».  Por ejemplo en la primera oración del relato establece la forma por el resto del monólogo, “hay gente a la que no le gusta para nada este lugar, Moya, por eso no estaba seguro si vos ibas a venir, me dijo Vega” (Moya 91). Esta forma mantiene el ritmo rápido y obliga a los lectores a leerlo en “un tirón” como dice Roberto Bolaño su colega, otro autor contemporáneo, “Leí El Asco de un tirón, en realidad la única forma de leerlo” (1).     

La destrucción empieza burlándose de la cerveza nacional y sucesivamente llega a temas más importantes como los políticos y la necesidad de huirse de El Salvador para salvarse.  La burla parece juvenil pero muestra el odio que tiene el protagonista desde el principio con algo tan sencillo.  “…no lo puedo entender, Moya, no puedo entender cómo esta raza bebe esa cochinada de  cerveza con tanta ansiedad, me dijo Vega, una cerveza cochina, para animales, que sólo produce diarrea, el que bebe la gente aquí y lo peor es que se siente orgullosa de beber una cochinada” (Moya 91). Esta cita también toca en el tema del orgullo de ser salvadoreña: resulta patético ser patriota cuando el estado y la ciudadanía en un consenso implícito olvidan los hechos de la guerra. La unión nacional es un engaño y esta patria fragmentada es un signo más del consabido pos-modernidad.   

El cinismo también muestra que en la época de posguerra realmente nada cambió políticamente pero algo terrorífico cambió culturalmente.  Este cambio es la cultura de la violencia.  La gente de El Salvador aprendió que la violencia es algo normal y casi cotidiana a través de más de diez años de guerra civil.  La siguiente cita de El Asco demuestra la cultura de la violencia en una situación cotidiana:

La mayoría entra con una mirada que te quiere dejar claro que son capaces de matarte a la menor provocación, que para ellos el hecho de matarte no tiene la menor importancia, que en realidad desearían que les dieras la oportunidad de demostrar que son capaces de matarte, me dijo Veg. (Moya 99).

Con diez años de guerra civil la violencia también ha suprimido el desarrollo del sistema de educación incluyendo el arte.  La gente que no participó en la violencia se había acostumbrado a no reflexionar y pensar en su realidad actual porque el terror de la violencia ha suprimido el desarrollo del pensamiento. Así, han decidido que lo mejor para sí mismos era evitar esta realidad.  Esta supresión por sobre vivir se transforma en una parálisis intelectual y emocional.      

Moya expresa su cinismo hacia la falta de educación y producción de arte específicamente la literatura en la siguiente cita que se queja de la falta de programas de literatura en El Salvador y que hasta los jesuitas que son conocidos por su fervor del arte han cerrado su facultad de literatura, “…nadie a quien le interese la literatura puede optar por un país tan degenerado como éste, un país donde nadie lee literatura, un país donde los pocos que pueden leer jamás leerían un libro de literatura, hasta los jesuitas cerraron la carrera de literatura en su universidad, si esto te da una idea” (Moya 99).  Frecuentemente a Moya le han nombrado y clasificado un cínico    

Empero hay que recordar la diferencia entre el autor y la voz narrativa, porque en su ensayo Recuento de incertidumbres el propio Moya  da una visión más practica del problema entre la guerra civil y el sistema educativo de El Salvador, “la guerra consumió  la mayoría de recursos del Estado, por lo que rubros como educación sufrieron recortes que impidieron cualquier tipo de crecimiento…No hubo inversión significativa en infraestructura…ni en investigación, ni en mejores condiciones para los educadores” (30).  Además de la falta de inversión y el consumo de recursos del Estado, la guerra destruyó la Universidad de El Salvador con bombardeos e intervenciones militares.  Con esta destrucción de la educación salvadoreña por lo menos una generación va a sufrir por esta falta de respeto hacia la institución del aprendizaje y por ende, el análisis y la reflexión del entorno.    

El cinismo de Moya también toca en el gran tema de los políticos y su corrupción que ha causado la desigualdad que efectivamente causó la guerra civil.  Moya usa lenguaje muy fuerte para los políticos de El Salvador con la idea de que sus manos están manchadas con la sangre de los muertos de la guerra civil.  La siguiente cita muestra la indignación de la voz narrativa hacia los políticos apestosos, “en este país los políticos apestan  particularmente, te puedo asegurar que nunca había visto políticos tan apestosos como los de acá, quizás sea por los cien mil cadáveres que carga cada uno de ellos” (Moya 100).  La voz narrativa pone la culpa en los hombros de los políticos de la izquierda tanto como los de la derecha cuando dice, “y lo peor son los miserables políticos de izquierda, Moya ésos que antes fueron guerrilleros, ésos que antes se hacían comandantes, ésos son los que más asco me producen” (Moya 102). Esta cita representa su cinismo perfectamente porque ni el más cínico admira a los guerrilleros y su lucha porque se han vuelto igual a los que antes combatían revelando la hipocresía de los lados dejando a los salvadoreños peor que antes.      

Además de la burla juvenil de la cerveza, la destrucción del sistema educativo, y la hipocresía de los políticos, el tema más importante deEl Asco es que la respuesta correcta de salvarse como salvadoreño es huirse del país y nunca regresar.  Este tema es el clímax del cinismo de Moya.  La única cosa que se puede hacer en una situación como la de El salvador es olvidar el país.  Nada cambió, cambia, ni cambiará.  Esto es el cinismo perfecto.  La cosa más preciosa para el protagonista Vega es su pasaporte canadiense.  Esta glorificación de su pasaporte muestra su decisión completa de olvidarse totalmente de esa “belleza de raza” (Moya 99).  Hacia el final del relato Vega lo perdió y parecía como si hubiera perdido su libertad y su esperanza.   Mauricio Aguilar Ciciliano comenta sobre la pérdida de su posesión más preciada:     

Esto lo hace remover hasta los papeles del baño, revolverse entre los orines y el excremento porque, no encontrarlo significa la tortura de quedarse más tiempo en el país. Soportar a una raza estúpida con sus gustos, sus costumbres, sus formas de divertirse y de percepción pseudos-nacionalista del país en el que viven; actos verdaderamente detestables (3).
Esta escena de la búsqueda de su pasaporte perdida tiene que ser lo que lo forzó a llamar a este relato El Asco.  El lenguaje es tan fuerte y asqueroso que parece que salta de la página y te choca:     

Corrí de regreso hacia los sanitarios, donde recién había vomitado, sin importarme que hubiera podido caer de bruces sobre el semen cristalizado en las baldosas, sin importarme los charcos de orines y vómitos, ni aquel hedor tremendo…Busqué detenidamente entre los puchos de papeles untados de excrementos, entre los charcos de orines y vómitos, pero mi pasaporte no estaba por ningún lado (Moya 155).     

Esta cita es la cumbre de su perspectiva cínica y muestra la determinación absoluta del personaje de no regresar a esta región nunca más.  El personaje está dispuesto a buscar en el lugar más asqueroso, un baño en un burdel, para salvarse de su infierno, su país de origen.   
Dentro del cinismo de Castellanos Moya se ve dos temas significantes, el erotismo y la violencia.  El primero es una manera de  evitar la realidad y el segundo rechaza los corrientes de literatura como el testimonial y el realismo mágico.   Los personajes de Moya como ya se ha mencionado viven en una sociedad fracasada por los sistemas ideológicos que no funcionaron.  Se sienten vacíos y desamparados.  Mauricio Aguilar Ciciliano en su artículo Horacio Castellanos Moya o la estética del cinismo da una observación de los personajes de Moya, “vacíos de todo contenido ideológico y social, desprecian el sistema de normas y creencias limitándose a desbordar sus pasiones donde encuentran alguna manera de sobrevivir; se reafirman en la intimidad, el erotismo, la violencia y la fuga topográfica para salvarse de la nada” (2). Esta “manera de sobrevivir” o evitar la realidad centroamericana es mejor representado por Moya a través de su erotismo.    

En otro relato, Insensatez, el protagonista es encargado de revisar la versión final de un informe del genocidio de los indígenas de un país centroamericano.  Durante esa revisión el protagonista busca remedios para evitar la realidad de la violencia en que se enfrenta.  Como ya se ha mencionado el protagonista vive en una área urbana, así que tiene varias alternativas para distraerse de esa realidad y él elige a la compañía femenina como su distracción principal.  Esta distracción se manifiesta en una joven española que se va a casar con un capitán militar.  Durante sus descansos de trabajo él busca una salida de la miseria que lo rodea la cual se realiza en forma de sus aventuras sexuales.  Moya usa lenguaje muy vulgar, pero también siempre hay un poco de humor en el contexto, como la siguiente cita, “le dije que no le entendía, que se sacara el miembro de la boca para hablar, lo que de inmediato hizo y en seguida repitió con claridad lo que antes yo había percibido sólo como “ca-co-que-co y que en verdad era la pregunta ¿’estás contento?’” (Moya 96).     

Es evidente que el narrador tiene problemas con impotencia y quizás representa la inhabilidad de encontrar una “escapatoria” como dice Nathalie Besse de la Universidad Estrasburgo II Francia en su artículo Violencia y escritura en Insensatez de Horacio Castellanos Moya.  Nathalie Basse da una interpretación de esta impotencia y como se refleja la búsqueda incompleta, “una forma de impotencia que caracteriza la vida sexual del narrador y quizá simbolice aquí la incapacidad de hallar en el erotismo una escapatoria a la violencia” (7).   Pero lo que hace la narrativa de Moya increíble es su facilidad de inyectar humor en sus declaraciones profundas.  Lo humoroso de esta impotencia es que fue causado por los pies apestosos de su amante española. La cita siguiente muestra como Moya puede introducir elementos divertidos en sus fuertes escenas sexuales, “desde ese par de botas militares ascendió un tufo que hizo trizas mis fosas nasales y me provocó la peor de las repugnancias, un tufo que sin duda estaba impregnado en sus pies quizá de lejos bellos y apetecibles, pero que entonces ni siquiera me atreví a ver” (Moya 97).  Se ve que Moya usa el erotismo como una manera para sus personajes de escapar su realidad violenta, pero que es inútil.  Esto se trae al tema más predominante, la violencia.     

Esta violencia no sólo trata de revelar las injusticias de Centroamérica sino que literariamente rechaza a las corrientes artísticas como el testimonial y el realismo mágico. También el propósito de la violencia en la obra de Moya es mostrar la cotidianidad de la violencia en El Salvador durante la guerra civil y después.  En el cuento El Gran Masturbador Moya describe los eventos en un pupilaje universitario durante una noche de combate entre los guerrilleros y el gobierno.  Moya presenta la normalidad de un secuestro cometido por el gobierno hacia los estudiantes izquierdistas en la siguiente cita, “un pelotón de animales irrumpió violentamente en el pupilaje: fuimos conducidos a la sala obligados a tirarnos al suelo (“¡Cuidadito con moverse, hijos de la gran puta!), mientras ellos cateaban las habitaciones, revisaban documentos y preguntaban por Rogelio, a quien de inmediato amarraron y se lo llevaron a punta de empellones” (“Antología del cuento latinoamericano” 238).  Esta cita muestra la tiranía del gobierno y sus bandas y como la gente se siente aterrorizada por ellos.         

Lo más importante de la violencia de Moya para este ensayo es el rechazo de los corrientes literarios como el realismo mágico.  Las narrativas violentas son una especie de ultra-realismo que describe los actos violentos con palabras exactas y precisas usando sonidos y sentidos.  Natalie Besse comenta sobre estos verbos descriptivos: que describe una verdadera carnicería, haga hincapié en el desmembramiento. Cuántas veces leemos verbos como «despedazar», «descuartizar», «destazar», «cortar», «tasajear», «desgarrar», «reventar», «machacar», con gran refuerzo de cuchillazos y machetazos, en una espiral de crueldad que raya en la demencia. (3)       

En el relato Insensatez el narrador hace una burla del realismo mágico cuando describe una escena gráfica de un hombre herido mortalmente en la cabeza, “las palmas de sus manos sin dedos apretando las dos mitades de su cabeza para mantener los sesos en su sitio, que el realismo mágico no me es por completo ajeno” (Moya 73).  Para el narrador esta violencia real parece tan gráfica que se vuelve mágica, pero sabemos bien de los testimonios que esta violencia centroamericana ocurrió.  Este rechazo del realismo mágico alcanza niveles tan fuertes que podría obligar a sus lectores a dejar de leer porque causa nausea y disgusto.  La siguiente cita de Insensatez es el momento más violento de este rechazo literario, “el teniente hizo ese preciso corte de castración que produjo un aullido como si el despojo hubiera estado en sus cinco sentidos, el aullido más horrible que la chica hubiera escuchado jamás y que la despertaría en las noches por el resto de su vida” (Moya 111).  En esta cita vemos claramente el rechazo de los antiguos corrientes literarios y el cumbre de la violencia en la obra de Castellanos Moya.
           

El análisis de tres relatos de Horacio Castellanos Moya, El AscoInsensatez y El Gran Masturbador nos dio una perspectiva de la literatura centroamericana contemporánea de la época de posguerra.  Esta perspectiva posmoderna no contiene optimismo pero muestra la realidad de Centroamérica y los problemas que se enfrenta.  Se ve un cinismo literario profundo que destaca el erotismo como una escapatoria inútil de la violencia cotidiana de Centroamérica.  La solución triste que propone Moya en sus narrativas es huirse de esta región fracasada por guerra y violencia para salvarse, sin dejar de denunciar las injusticias cometidas por los dos lados, tanto los guerrilleros como los gobiernos centroamericanos.  

Works Cited: 

Besse, Nathalie. "Violencia y escritura en Insensatez de Horacio Castellanos Moya." Espéculo. Revista de estudios literarios (2009) 7 Apr 2009.

Bolaño, Roberto. "Horacio Castellanos Moya: la voluntad del estilo." MilenioDiario 1-2. 7 Apr 20

Ciciliano, Mauricio Aguilar. "Horacio Castellanos Moya o la estética del 
cinismo." Santa Ana 26 mayo 2003 1-5. 7 Apr 2009.

Cortez, Beatriz. "Estética del cinismo: la ficción centroamericana de posguerra." Congreso Centroamericano de Historia 03 julio 2000 1-16. 7 Apr 2009.

Lyotard , Jean-François. La condición postmoderna Informe sobre el saber. Madrid, ES: Editions de Minuit, 1987.

Moya, Horacio Castellanos. El Asco Tres relatos violentos. 1a. Barcelona: Editorial Casiopea, 2000.

Moya, Horacio Castellanos. Insensatez. 1a. Buenos Aires: Tusquets Editores, 2008.

Moya, Horacio Castellanos. Recuento de incertidumbres. 1a. San Salvador, El Salvador: Ediciones tendencias, 1993.

Ortega, Julio. Antología del cuento latinoamericano del siglo xxi: las horas y las hordas. 2a. Mexico D.F.: Siglo veintiuno editores, 2001.

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